Buenas, lectores. Ésta es la segunda parte de la introducción al final de Sutori All-Stars. Os dejo con la segunda parte de esta historia, que marca el esperado desenlace del torneo que se ha estado desarrollando todos estos meses. Mucha emoción y mucho esfuerzo se concentran en este punto. ¡Allá vamos!
Un simple movimiento de muñeca es capaz de cambiar la vida de una persona. Y no sólo cambiarla, es capaz de ponerla en peligro mortal. Un ejemplo de ello es el agujero que se abrió en el pecho de Joel en aquel instante. Hubo un forcejeo en torno a la empuñadura de la espada de Luz que Riku había hecho suya. Hubo gritos, un enfrentamiento silencioso, y después un escape accidental de esa Luz dio de lleno al joven participante. Joel yacía en el suelo árido, con aquella enorme herida manando sangre en cantidad. Aunque la herida era grave, la sangre escapaba lentamente del cuerpo, como perezosa; ya que la Luz había quemado además la carne del cuerpo.
Riku miraba asombrado, él no quería llegar hasta ese punto. Sólo quería vencer a Joel para poder escapar de aquella dimensión, pero nunca matarle. La expresión de Joel era indescifrable, respiraba con dificultad; uno de los pulmones había sido dañado y la sangre había invadido parte del otro. Por suerte, su corazón estaba aún con vida, pero con pocas esperanzas.
Riku no sabía qué hacer. Por primera vez, tenía miedo. Aquel poder le había consumido hasta aquel punto. No sólo se había negado a compartirlo, sino que además había herido de muerte a un compañero. ¿Y si regresaba a su hogar y no era capaz de controlar la Última Luz? ¿Y si no podía hacer con ese poder lo que quería? Miró hacia abajo, a su puño. La imponente espada ardía, como pidiendo impaciente un último golpe para al fin recibir la sangre de su oponente. La voluntad de Riku se mezclaba con aquella ira asesina y se confundía entre la inmensidad de su ser. Eso era, aquel poder era más grande que él, y le consumiría tarde o temprano.
- Lo siento, Joel. -Dijo Riku- Lo siento. Este poder me ha escogido. Por mucho que me consuma, tengo que manejarlo; era mi deseo desde que vine aquí... Y de aquí me iré con él.
La espada se estremeció en el puño de Riku y cambió de forma. Entonces, la Luz cambió y dos esferas brillantes sobrevolaban su mano, aunque una de ellas era una ínfima porción de la más grande. Riku lanzó la esfera más pequeña hacia Joel y ésta impactó en su pecho, justo donde tenía la herida. Segundos más tarde, la carne del joven se había regenerado dejó de manar sangre. Aunque inconsciente, Joel se encontraba fuera de peligro.
- Descansa, Joel. Y no te vuelvas a poner en mi camino, o la Luz me hará matarte de una vez.
Los planes de Riku habrían acabado bien en aquel instante, si no fuera por el estruendo que se formó en toda la dimensión cuando un rayo negro surcó todo el cielo. Cierto, la dimensión se desmoronaría pronto al haber muerto sus dueños; lo que veía no era un rayo, sino una brecha enorme. Aquel universo se estaba abriendo y entraría en contacto directo con el tejido de la realidad, sobre el que descansaban otros universos. Quizás los entes que poblaban la zona más cercana a aquella dimensión fuesen parecidos al que había aterrizado justo delante de Riku en aquel instante. Parecía hecho de un material etéreo, de un negro casi absoluto.

- Tú no eres el portador original de la Última Luz de esta dimensión. ¿Dónde está? -Rugió la figura negra. La voz no parecía venir de ninguna manera de algún medio físico, más bien toda su esencia estaba hablando en voz alta.
- Muertos, los dos. -Bramó Riku, no necesitaba otro obstáculo.
Cierto, no lo necesitaba. Él no. Pero...
- ¿Su esencia ya no existe? Entonces la Luz es libre ahora.
Cualquiera habría previsto lo que vendría a continuación.
- Dame ese poder, lo llevaré a una gente que lo necesita más que tú. -Dijo la sombra mientras extendía su mano hacia Riku, en señal de exigencia.
Y así es cómo se torcieron los planes de Riku. Pensaba partir a su hogar y justo un segundo después le interrumpe un ser etéreo intentando impedírselo.
- Bueno, -Dijo Riku- entonces demuestra que la mereces.














































